Es la frialdad de tu ser, el entumecimiento del cuerpo y la debilitación por el frió, sintiéndote viejo, cansado y sin poder moverte. Es el cadáver que enterramos todos en lo mas profundo del ser.

Hasta en la noche mas silenciosa, salia a recorrer la ciudad. Llueva o no siempre usaba su impermeable negro y su bastón, no le gustaba el día y menos las personas que lo habitaban, cualquiera sea el motivo, era mas fácil sentarse en un banco de una plaza a las 4:00 AM sin nadie molestando. Era mas fácil así poder secuestrar a chicos sin que nadie te viera.

Los cristales alrededor, la tibia sangre, el miedo en sus caras y las lagrimas en los ojos de cada uno, representaban todo lo perdido en ellos, fueron mentalmente poniéndose en posición fetal, como alguien en estado vegetativo después de un tiempo largo dentro.
No había esperanzas, no había felicidad y se sentían miserables, a punto de colapsar en una histeria colectiva y matarse los unos a los otros, o simplemente, dejarse estar, pasar el tiempo y morir de forma lenta y llena de dolor al llegar a sus casas.

Lo pensó un momento hasta que se acerco y le agarro las manos. Ella lo miro, intento sonreír pero las lagrimas lo impedían, los doctores dijeron que habían hecho lo que pudieron y sin decir palabras, murió.
La vio siete veces hasta el día de su propia muerte y la odio por eso, volvió de una forma bestial y asesina. Sus ganas de terminar de ver su espectral imagen eran tantas, tantas que intento de todo, pero ella era mas fuerte.
Lo mantuvo siete noches despierto, no lo soporto.

Ensombrecer, no envejecer.

Bajo la luz hipnótica de la luna, al rededor de los arboles, de entre las rosas, el animal mas viejo empezó a sufrir, la desesperación crecía tan lento como la naturaleza en invierno y no quedaba nada.
La luna se ensombreció, los arboles envejecieron y las rosas murieron y el se sentía horrible por en lo que se había convertido. Su tristeza mato a las rosas, su odio a los arboles y su muerte ensombreció a la luna.