Era un día gris como cualquier otro día lleno de nubes y con lloviznas, un día perfecto para que dos seres complementarios se encuentren y se llenen mutuamente, son uno en si, tan complejo es, que roza lo perfecto, había gente por todos lados, los pensamientos mezclados, la presión y las ideas que caían.
La llovizna se enredaba entre sus dedos y el silencio y su sinfonía ambientaban el momento, el frió crecía junto con el silencio, y caminaban y caminaban. Es una escena perfecta, como de película. Y la sangre fluía entre la lluvia, el silencio se quiso hacer sonido, y los colectivos pasaban, la tarde terminaba, y la lluvia paraba, pero el frió crecía, no había vació, solo complementados entre los dos, era perfecto.
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